S. Márquez Robles
El día 15 de abril de 1979 fallecía Esteban Altieri en una de las pocas avalanchas que hubo en La Apretura de Galayos durante toda su historia, al menos desde que el ser humano tiene bagaje y memoria montañera. Junto a Altieri, otras seis o siete personas aventureras de los límites humanamente naturales. Junto a ellas, nosotras, todas las personas anónimas atemporales que, con cada paso hacia arriba o con cada caída, hacemos cobrar vida a sus espíritus.
En homenaje a Esteban Altieri se fueron repartiendo vías con su nombre por toda la geografía ibérica. Y, como si de una tragicomedia se tratase, personalmente me he visto disfrutando... a la vez que cayendo metros y metros en sus vías, la del Yelmo específicamente, mientras pasaban por mi retina metros y metros de granito compacto y radioactivo que ralentiza tanto el tiempo que nueve segundos se pueden pasar igual de largos que recorrer las nueve estancias del infierno que Dante Alighieri creó en su Divina Comedia.
Por eso la montaña es el perfecto oxímoron de la experiencia. Por eso un oxímoron es una tragicomedia resumida y embotellada en dos palabras contrarias. En efecto, la dualidad de cada ser proyectada en el granito vertical.
Asimismo, si bien en la tragicomedia de Dante Alighieri se dividió el infierno en nueve estancias, sabed que hay una reservada especialmente para aquellos que alteran la cría y el nido del halcón peregrino. Y que Esteban Altieri vigila los movimientos de cada uno, así como el Cancerbero que te abre las puertas de la derrota eterna o de la gloria efímera pero satisfactoria.
En la crítica artística, la palabra pathos se utiliza para referirse a la íntima emoción presente en una obra de arte que despierta otra similar en quien la contempla. Asimismo, representa una apelación a la emoción del público, a su empatía, provocando sentimientos que ya residen en él.
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